¿No crees que vivimos permanentemente con prisas?
A mi personalmente el confinamiento y la pandemia en general me han enseñado a vivir con más calma, disfrutando más de las cosas que hago, de los pequeños detalles que hacen la vida más bonita...
Volver a la rutina ha sido difícil, pero lo es aún más no dejarnos llevar por la prisa...
Haré una comparación entre dos días aleatorios:
1. Un día cualquiera antes del confinamiento:
- Me levanto.
- Desayuno rápido que tengo que ir al colegio, se me han quedado unas cosas pendientes por hacer y no me da tiempo.
- Conduzco deprisa, porque quiero llegar pronto y ponerme a hacerlo.
- Llego al colegio y estoy toda la mañana pensando en que cuando llegue a casa tengo que hacer la comida, comer, ir a comprar, hacer recados, me gustaría mirarme unas cosas... madre mía, no me da tiempo... ya puedo correr...
- Llego a casa, hago la comida pensando en lo que tengo que hacer, como pensando en lo que tengo que hacer, comienza la tarde y pienso en que me gustaría dormirme pronto para estar descansada, pero no me da tiempo... ¡no me va a dar tiempo!
¿Sigo? No, ¿verdad? ¿Te sientes identificado?
2. Día normal de la desescalada:
- Me levanto con calma.
- Medito, es mi momento.
- Desayuno tranquilamente.
- Teletrabajo, haciendo las cosas una tras otra, sin agobios (o intentándolo)
- Me relajo, hago ejercicio o un pastel, leo un rato...
- Hago la comida, como, descanso...
- Salgo a dar un paseo de una hora y disfruto al máximo de ver los árboles de nuevo, las flores, el olor de la naturaleza, del aire fresco...
Tampoco hace falta que siga, ¿Verdad?
Ahora mismo vivo en una mezcla de ambos días, la sociedad nos inculca la prisa, el estrés, el corre corre... pero intento recordar todo el aprendizaje que me ha dado este 2020, y no olvidarlo, porque al final, las cosas que más felices nos pueden hacer es salir a pasear y oler las flores.
Siempre es ahora
Y tú, ¿crees que puedes conseguir vivir más calmado?
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